27 Diciembre 2017

René Díaz

La felicidad de tejer canastos de pan.
Canastero, San Joaquín, Santiago.

Hace quince años el canastero René Díaz (55) fabricaba hasta medio centenar de canastos de mimbre pelado a la semana. Famosos por su capacidad de conservar el calor, son óptimos para guardar el pan al salir del horno y durante los viajes de reparto. “En los canastos no se enfría el pan por abajo”, asegura René. Pero hoy están en extinción: “Bajó la venta. Ahora en las panaderías usan cajas.” René Díaz heredó el oficio de su abuelo y de su padre. A los 12 años, René ya arrastraba un carretón de mano con veinte canastos arriba para entregarlos en panaderías como Las Brisas, en Gran Avenida. Ante la falta de demanda, René les vende a grandes distribuidoras como El Panadero, que ofrece variedad de artículos como moldes, picadores, cepillos o paños de osnaburgo. Pero todavía una que otra panadería de barrio busca sus canastos, como Oberena en La Granja. “Me encanta este trabajo, me relaja. Tejo un ratito, saco tres canastos y salgo a entregarlos en el triciclo”, dice.